La educación del futuro: entre la creatividad y el respeto
La educación es y será siempre uno de los temas fundamentales del debate ciudadano. Porque su importancia no se da sólo a nivel político o en la toma de grandes decisiones, sino sobre todo en la cotidianidad de cada una de nuestras familias. Y es que todos somos o fuimos estudiantes en su día y muchos somos o seremos padres en un futuro, algo que conlleva una gran responsabilidad. Por ello, la educación es algo por lo que nos debemos preocuparnos, y mucho. No cabe duda de que la escuela es un pilar decisivo para los niños y niñas desde una edad muy temprana. Esta moldea la personalidad y los patrones de conducta de las futuras generaciones. Pero como todos sabemos, los modelos escolares y educativos no son perfectos…
Lamentablemente, el sistema educativo ha de luchar a diario contra unos recursos limitados que a priori “cortan las alas” de las iniciativas educativas innovadoras. Inmersos en el complejo contexto en que nos encontramos, surge el momento perfecto para hacernos algunas preguntas: ¿Cuál es el modelo educativo óptimo para motivar a las nuevas generaciones? ¿Cómo formar a los líderes del futuro? o aún más decisivo…¿Cómo debe ser un buen maestro?
Pero debemos y podemos ser optimistas. El éxito de las iniciativas innovadoras en educación de muchos maestros a lo largo del país y los proyectos educativos de emprendedores sociales demuestran que las crisis puede ser también oportunidades para el cambio. En este caso, para la mejora del sistema educativo, ya que impulsa a los centros y a los docentes a ser agentes creativos dispuestos a encontrar soluciones inéditas a problemas comunes. A actuar ante los niños como líderes que persiguen la igualdad en términos de distribución de recursos, de acceso a la educación y de atención a las -cada vez más diversas- necesidades educativas del alumnado.
Un claro ejemplo de estos valores es César Bona, un joven profesor de Zaragoza que ha acabado convirtiéndose en uno de los maestros más reconocidos en España y en el resto del mundo por sus métodos poco convencionales. Pero ¿en qué consiste su enfoque revolucionario? Como muy a menudo ocurre, los actos y detalles más importantes son también los más básicos y difíciles de ver, a pesar de que tendrían que unirnos a todos: el respeto por el mundo y el saber escuchar.
Este junio, en el evento anual de TEDxBarcelona StayCurious contamos con la presencia de César. Él nos explicó que cada niño tiene dentro un micro-universo único repleto de creatividad, ilusión y emociones. Y que formar parte de él de alguna manera, es un privilegio. Por ello ama ser profesor y tiene claro que su tarea principal es aprender a escuchar a los niños y adaptar el estilo de su docencia a las necesidades y potencialidades específicas que detecte en el futuro padre, jefe o ciudadano que tiene delante.
La escuela de César no se propone sólo enseñar a memorizar números, letras o historia; sino que pretende ser una puerta a la curiosidad, a la empatía y al respeto con que sus alumnos reciben las herramientas para ser niños y -en el futuro- adultos felices.
En su día a día, el objetivo de César es favorecer que todos se sientan parte de la clase estimulándolos a interactuar con los demás y a asumir responsabilidades, como deberán hacer en el mundo real. Cada uno, de hecho, tiene un rol específico en la clase y eso permite a los niños sentirse orgullosos e importantes en cada momento. Además, los niños no se sientan de cara a la pizarra, sino que se miran unos a otros en mesas agrupadas de cuatro en cuatro formando cinco islas.
En definitiva, esta “nueva” forma de enseñanza fomenta la participación y la responsabilidad, habilidades y valores poco presentes en el sistema educativo actual, pero guías necesarias que dotan de significado las relaciones en las aulas y en el mundo.
Por fin, parece que nos acercamos al cambio. ¿Será éste el nuevo modelo educativo del siglo XXI? ¿Están listos los colegios para renovarse y dejar atrás los modelos que no permiten la interacción, la iniciativa o el liderazgo? Los profesores, los políticos, los padres… ¿Están dispuestos a cuestionar “lo que se ha hecho siempre”? Y en general… ¿Estamos todos dispuestos a cambiar para progresar?
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